Más importantes las habilidades emocionales que las habilidades técnicas

Según la tesis de Daniel Goleman, las habilidades emocionales son más importantes que las habilidades técnicas porque permiten a las personas gestionar sus propias emociones y las de los demás, lo cual es crucial para el éxito en el liderazgo y en las relaciones interpersonales (Goleman, 1995). Goleman sostiene que la inteligencia emocional, que incluye competencias como el autoconocimiento, la regulación emocional, la empatía y la gestión de relaciones, es un mejor predictor del éxito empresarial que las capacidades analíticas o técnicas (Goleman, 1998).

Esta perspectiva implica que, aunque las habilidades técnicas son fundamentales para desempeñar tareas específicas, no son suficientes para alcanzar un liderazgo efectivo o el éxito en un entorno laboral dinámico y complejo. La inteligencia emocional permite a los líderes y trabajadores manejar el estrés, resolver conflictos, motivarse a sí mismos y a otros, y mantener relaciones interpersonales saludables, aspectos que influyen directamente en la productividad y el clima organizacional (Goleman, 1995; Goleman, 1998).

El modelo de Goleman se compone de cinco competencias emocionales clave: conciencia de uno mismo, autorregulación, automotivación, empatía y habilidades sociales (Goleman, 1995). La conciencia de uno mismo implica reconocer las propias emociones y cómo estas afectan el comportamiento diario. La autorregulación es la capacidad de controlar o redirigir impulsos y estados emocionales negativos. La automotivación se refiere a la habilidad para canalizar las emociones hacia el logro de objetivos. La empatía es la capacidad de comprender y sentir lo que otros experimentan emocionalmente, y las habilidades sociales facilitan la gestión de relaciones y la influencia positiva en los demás (Goleman, 1998).

Además, Goleman destaca que la inteligencia emocional es una capacidad aprendida y desarrollable, no un rasgo fijo, lo que significa que cualquier persona puede mejorar estas competencias para alcanzar un mejor desempeño personal y profesional (Goleman, 1998). En el contexto laboral, la inteligencia emocional contribuye a la efectividad grupal, la colaboración, la negociación y el liderazgo transformador, aspectos que son esenciales para el éxito organizacional (Goleman & Cherdiss, 2005).

En conclusión, la inteligencia emocional es un factor determinante para el éxito en el liderazgo y en las relaciones interpersonales, superando en muchos casos a las habilidades técnicas o intelectuales. Desarrollar estas competencias emocionales es una inversión estratégica para cualquier persona que aspire a un desempeño sobresaliente en su vida profesional y personal.

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